El 29 de mayo de 1991, los asesinos etarras, en otra muestra más de cobardía y sinrazón, pusieron un coche bomba (un R-4 ó R-5), cargado con 70 kilos de explosivos, en una casa cuartel de la Guardia Civil, en Vic (Barcelona). Vic es un municipio a 70 km al norte de Barcelona, donde viven unas 30.000 personas. En dicha casa cuartel residían 24 familias, unas 90 personas, el patio de la casa era reunión habitual de mujeres e hijos de guardia civiles.
A las 19.05, los animales terroristas, Monteagudo, Erezuma y Zubieta, lanzaron el vehículo bomba al interior del patio de la casa cuartel aprovechando una pequeña pendiente. El objetivo de estas bestias eran mujeres y niños, vieron a los niños jugando en el patio e hicieron estallar el coche. Según el entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, “los terroristas tenían como objetivo la muerte de niños y no de guardias”
La casa cuartel quedó totalmente destruida, y quedaron afectados los edificios a 200 metros del lugar de la explosión, entre los que se encontraba un colegio con unos 700 alumnos.
Estos terroristas, pertenecientes al comando Barcelona, escaparon un Renault-11, luego lo dejaron abandonado y subieron a una furgoneta.
Murieron 9 personas, entre ellas 4 niñas de edades comprendidas entre los 7 y 14 años y resultaron heridas 45 personas de distinta consideración, entre ellas, una niña que hubo que amputarle una pierna.
Con perros adiestrados, los servicios de rescate empiezan las labores de búsqueda de supervivientes y cadáveres. Los cadáveres de 3 niñas son encontrados completamente destrozados, porque en el momento de la explosión se hallaban jugando en el patio.
A las 22.00 horas, los servicios de rescate logran encontrar con vida a una joven de 18 años, una niña de 3 años y dos bebes.
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